24 DE FEBRERO DE 1946: EL PRIMER TRIUNFO DE PERÓN

El Partido Laborista, con la fórmula Perón – Quijano, después de una campaña realizada “con tiza y con carbón”, enfrentó a la fórmula Tamborini – Mosca de la Unión Democrática, integrada por radicales, demócratas-progresistas, socialistas y comunistas, que contó con el apoyo de la embajada de Estados Unidos, a través del embajador Spruille Braden.

El domingo 24 de febrero de 1946, el Partido Laborista con la fórmula Perón – Quijano, después de una campaña realizada “con tiza y con carbón”, enfrentó a la fórmula Tamborini – Mosca, de la Unión Democrática, conformada por radicales, demócratas-progresistas, socialistas y comunistas, todos unidos en oposición a ese joven coronel que, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, se había preocupado por las necesidades de los trabajadores y trabajadoras, ganándose su confianza y adhesión.

La Unión Democrática representaba a los sectores ligados al imperialismo norteamericano, como los grandes industriales, los terratenientes con lazos con la industria, la vieja oligarquía y las cerealeras. Además, contó con el apoyo explícito de la embajada de Estados Unidos, en la figura del embajador Srpuille Braden, quien redactó el “Libro Azul”, en colaboración con el español Gustavo Durán. El libro estaba dirigido a atacar a Perón. La respuesta fue la publicación del “Libro Azul y Blanco”, y el exitoso eslogan “Braden o Perón”, que tuvo un impacto decisivo en la victoria electoral de la fórmula encabezada por Juan Domingo Perón.


El día de la votación, los primeros cómputos fueron favorables a la Unión Democrática, por lo que la oposición se acercó a la sede del gobierno a felicitar a las autoridades por lo que ellos consideraban “la elección más limpia de la historia”. Ciertamente, las elecciones fueron custodiadas por fuerzas de seguridad, se respetó el voto universal y secreto establecido por la Ley Sáenz Peña, anulada durante la Década Infame mediante la farsa del fraude patriótico, y el conteo de los votos se realizó en las propias mesas, ante los fiscales partidarios. Además fue la última elección en que sólo votaron los varones, ya que una vez que Perón hubo alcanzado la presidencia de la Nación y con la irremplazable militancia de Evita, se sancionó la ley que reconoció los derechos políticos de las mujeres.

Con el correr de los días, comenzó a llegar el aluvión de votos del interior que definían la elección nacional a favor del Partido Laborista.
La fórmula Perón-Quijano obtuvo más el 53% de los votos emitidos, contra la fórmula opositora que, que se impuso en sólo cuatro provincias. El resto del país daba por primera vez un triunfo abrumador al coronel Juan Perón, acompañado por Hortensio Quijano.


Con motivo de aquél triunfo electoral que transformó para siempre el escenario político nacional, Perón pronunció un discurso en el que, en uno de sus tramos, expresó las palabras que citamos a continuación:

“Hoy me siento obligado más que nunca, y yo que jamás en mi campaña he prometido nada, hoy juro, ante este solemne pueblo, que no he de descansar de día ni de noche para hacerlos felices en la medida de nuestras fuerzas. Llevamos hoy como siempre el signo de nuestra causa. Somos y seguiremos siendo descamisados para que no olvidemos jamás nuestra obligación con ese pueblo también descamisado que espera y siente como nosotros. Por eso, desde esta ya memorable Plaza de la República, abrazo sobre mi corazón a todos los descamisados de la Patria que, como nosotros, en esta hora jubilosa, estarán dando gracias a Dios de que nos haya templado el corazón y aclarado la inteligencia para ofrecer la vida a la Nación, en el trabajo, en la paz y en lo fructífero que un hombre tiene en su alma y en su cuerpo.”