20 DE DICIEMBRE DE 1956: MUERE RAMÓN CARRILLO

Ramón Carillo nació el 7 de marzo de 1906 en Santiago del Estero, fue el mayor de once hermanos. La buena posición económica de su familia –su padre fue diputado por la provincia en tres ocasiones– le posibilitó viajar a Buenos Aires a sus 17 años para estudiar Medicina. En 1929 se recibió con el mejor promedio y se fue a Europa, becado por cuatro años para continuar su formación profesional. A su retorno, se dedicó a sus dos pasiones, la política y la medicina.
Los primeros acercamientos de Carrillo al peronismo se dieron a través de su compañero de la escuela primaria, Homero Manzi. En 1936, Manzi junto a Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche –entre otros– fundaron la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA). Carrillo formó parte de la línea de pensamiento nacional que pone en valor el sincretismo de los pueblos originarios, mulatos, criollos que definen a una América Latina mestiza, morena, profunda, y que más tarde, Perón recuperó.
En 1939 se hizo cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central de Buenos Aires. Allí vivió dos hechos trascendentales en su vida. María Salome Carrillo, sobrina del Dr. Carrillo, relató que su tío se conoció con Perón en un pasillo del hospital, poco antes del 17 de octubre.
Augusto Carrillo agregó que ambos trabaron una gran amistad y que ese día que se conocieron, Perón le anticipó su idea de crear un Ministerio de Salud Pública, con una reflexión que caló hondo en el pensamiento de Ramón: “No puede ser, que en este país tengamos un ministerio para las vacas y no tengamos uno para atender la salud de la gente. Cuidamos más a las vacas que a los pobres”, le dijo el futuro presidente de la Argentina.
También con Evita tenía una relación muy especial, al punto que ella y Perón fueron testigos de su casamiento.
El otro hecho trascendente que vivió desde su cargo en el Hospital Militar Central fue conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país.
La vocación por la salud pública
Al tomar contacto con las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar, procedentes de toda la Argentina, Carrillo pudo comprobar la prevalencia de enfermedades vinculadas con la pobreza, sobre todo en los aspirantes de las provincias más postergadas.
Desde su gestión realizó una verdadera transformación del sistema estatal de salud, llevando hospitales y atención médica a los lugares más recónditos del país. Solía decir que “frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas”.
Desde sus inicios como Secretario de Salud en 1946, hasta que dejó de ser ministro, en 1954, se construyeron 234 Hospitales, 60 Institutos de Especialización, 50 Centros maternos infantiles, 23 Laboratorios y Centros de Diagnóstico y 9 Hogares Escuela. El tren sanitario también fue parte de sus políticas, como una forma de llegar con educación para la salud y atención a los lugares más alejados. Se implementaron campañas de vacunación, se redujo la mortalidad infantil, se erradicaron enfermedades endémicas como el paludismo y se redujeron otras, también hubo una importante disminución en los contagios de sífilis y otras enfermedades de transmisión sexual.
Su partida y exilio en Brasil
Debió abandonar su cargo en 1954. En ese momento la relación de fuerzas ya no favorecía a Perón que atravesaba la crisis del segundo Plan Quinquenal. Las farmacéuticas y sectores de poder exigieron la renuncia de Carrillo porque se metió con sus intereses económicos desarrollando la empresa de producción pública de medicamentos; se metió también con las condiciones de higiene y seguridad en el trabajo, con lo cual se tuvieron que modificar procesos productivos que dañaban a los trabajadores. Esos temas generaban la reacción de sectores concentrados de poder que, ni bien pudieron, provocaron su renuncia. Se fue a Estados Unidos, donde realizó un tratamiento para mitigar un poco su enfermedad crónica de jaquecas y presión alta, secuela de un duro proceso de enfermedad en su juventud. Al poco tiempo viajó a Brasil, donde tras el golpe de 1955, debió exiliarse. La dictadura de Lonardi, lo acusó de enriquecimiento ilícito y, pese a que justificó el origen de sus propiedades, le confiscó los bienes y ordenó su detención.
En Brasil se vinculó con el Hospital de la Universidad local, Santa Casa de la Misericordia, de Belém Do Pará, sin darse a conocer, actuando como colaborador. Una vez reconocido por las autoridades brasileñas, fue convocado para importantes consultas, exponer en conferencias y dar clases en el Hospital de Aeronáutica y en la Santa Casa de la Misericordia.
Fiel a su convicción de la salud como derecho universal, durante su paso en Belém, ejerció su profesión en la tribu de los indios caboclos, que jamás habían visto un médico.
Ramón Carrillo murió en Brasil el 20 de diciembre de 1956, a los 50 años, tras un ataque de hipertensión. La dictadura de Eugenio Aramburu le negó la posibilidad de volver al país cuando sabía que ya le quedaba poco de vida y cuando falleció, rechazó que su cuerpo fuera trasladado para ser enterrado en Argentina. Recién en 1972 sus restos retornaron su Patria.